¿Cual/es crees que es la característica/s principal/es de un buen profesor?

viernes, 25 de diciembre de 2009

Funciones de un profesor


El buen profesor no es aquel que te puso un 10 en un examen, ni tampoco el que te castigó sin salir al patio por no haber traído la tarea debidamente realizada.
Un buen profesor, no es, ni de lejos, aquel que atiende con felicidad a sus “buenos alumnos” y se desespera por aquellos pobres infelices que nunca lograrán ser nadie en la vida.
Pensemos un poquito, viajemos por un instante a nuestros recuerdos, volvamos a sentir el peso de cientos de libros sobre nuestra espalda. Regresemos, por un instante, a nuestra etapa estudiantil.
Si pienso un poco, puedo recrearme con ternura, nostalgia en aquellos momentos en los que me sentí comprendida. Recuerdo con buen gusto a muy pocos profesores y, al pensar en la mayoría, se me antoja un sentimiento de indiferencia.
Un buen profesor es aquel que ha marcado para bien nuestra vida académica, profesional y personal. Es un modelo aseguir por treinta personas expectantes ante la vida adulta.
Analizando ni trayectoria como estudiante y disponiendo de información y conocimientos didácticos, habiendo introducido con mera subjetividad este apasionante y cercano tema, puedo realizar mejor o peor un perfil de lo que podría ser un buen profesor.
Un buen profesor es:

1. Aquella persona que conoce el ritmo de aprendizaje de cada uno de sus alumnos pues se ha molestado en observarles.
2. Aquella persona que explica el temario teniendo como prioridad que se entienda su mensaje y no que se entienda que es una persona muy, muy lista que sabe mucho, mucho de todo, todo.
3. Aquella persona que es capaz de detectar un conflicto en la clase y siente la necesidad y enseñarles a resolver una problema con asertividad.
4. Aquella persona que busca la manera de motivar al grupo para que estudie sin caer en la enorme tentación de: “si no estudiáis, el día de mañana no seréis nadie”. El día de mañana, querido profesor de enseñanzas obsoletas, les importa un pepino a quien ni tan solo les preocupa el presente.
5. Aquella persona que recompensa los esfuerzos de un aprobado raspado sin la prepotencia de un “vaya, fulanito, por los pelos”.
6. Aquella persona democrática, amable, honesta, que escucha a sus alumnos como niños o adolescentes, no como adultos en construcción.
7. Aquella persona que ama su trabajo, que llega a clase con una sonrisa y hace de cada alumno digno de la oportunidad mágica de aprender.


No se debe olvidar, ni mucho menos, un conflicto hoy día por fin resurgido a la luz de la sociología, la psicología y la pedagogía: el acoso escolar.
Las intenciones no bastan, dejemos las buenas voluntades para navidad, es un tema serio, trascendental, que hace, si cabe reiterarlo, mella en nuestra sociedad.
Informarse, reciclarse, interesarse y comprometerse con este tema es primordial para una educación sana, coherente y no agresiva. Los profesores son, en primera instancia, quien tiene el deber de detectar la violencia, la crueldad y la humillación en su propia aula con la ayuda y el apoyo de toda la sociedad.

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